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En el siglo XXI, todo avanza a una velocidad vertiginosa. La comida se ha vuelto de usar y tirar (calentar y comer), la ropa no dura más de dos temporadas, y la obsolescencia programada en los bienes de consumo se acepta sin mayores reparos. En un par de años, queremos estar a años luz de nuestro yo actual, un mejor coche, móvil, outfit, físico, mejor economía y ¿una pareja mejor? ¿Qué lugar queda para el amor, especialmente para ese amor tradicional, duradero y eterno? ¿Ha muerto?
En 2003, Zygmunt Bauman publicó Amor líquido, una obra que a mí se me hizo bastante pesada (de hecho, la dejé al 40% y recurrí a la inteligencia artificial para extraer las conclusiones más importantes).
Spoiler: El libro se centra en criticar y analizar los problemas y fragilidades de las relaciones líquidas. Bauman no ofrece un manual sobre cómo construir relaciones sólidas dentro del contexto de su análisis.
El amor como si fuera una acción de bolsa (hasta cuando aguanto y cuando debo vender).
El amor, en esta era moderna, se asemeja cada vez más a una acción bursátil: uno debe decidir cuánto aguanta antes de vender. Todo lo que antes parecía sólido y estable—desde el empleo hasta las relaciones y las estructuras sociales—se ha vuelto inestable y temporal (no tendrás nada y serás feliz). Este concepto también se aplica a las relaciones personales, que han cambiado drásticamente a vista de los modelos tradicionales de compromiso duradero.
En la modernidad líquida, el amor se ha vuelto frágil y fácilmente desechable. El matrimonio es fácilmente abolible y el amor informal parece que el que se enamora pierde. A diferencia de las sociedades tradicionales, donde los vínculos eran más estables y duraderos, en nuestra era moderna las relaciones amorosas se caracterizan por su brevedad, influenciadas por la cultura del consumo. Así como los productos son reemplazables, también lo son las relaciones. La mentalidad de «usar y tirar» se aplica tanto a los objetos materiales como a los afectos personales.
Las plataformas de citas y las redes sociales han transformado la percepción del amor. Ya no lo vemos como un proyecto a largo plazo, sino como una acción. Se ha instaurado la mentalidad mercantil de “es el mercado, amigos”: estoy contigo ahora, pero en cuanto encuentre una mejor opción, vendo esta acción y compro otra que me ofrezca mayores beneficios. Las personas buscan constantemente nuevas y mejores relaciones, descartando las antiguas como si fueran obsoletas (alguien que me atraiga físicamente más, me mantenga mejor, me proporcione más contactos para mi carrera…). Y cuanta más gente conoces más se elevan los estándares en diferentes los diferentes aspectos de la relación (físico, carácter, estatus…) y más difícil es encontrar pareja que te complazca. Además, vivimos en la gratificación inmediata, por lo que invertir en una relación duradera es requiere mucho más esfuerzo, que usar y tirar.
Las relaciones humanas se vuelven frágiles debido a la constante presión por la renovación y la actualización, similar a cómo los consumidores buscan siempre el último modelo de un producto y señala que las relaciones laborales y profesionales también se han vuelto más inestables, con contratos temporales y un mercado laboral en constante cambio que impide la formación de vínculos duraderos (si no se lo que me depara el mañana, como voy a saber que por estar contigo no me vas a limitar el día de mañana, y renunciar a bienestar futuro).
Además, existe un miedo creciente a generar conexiones íntimas—a compartir nuestras debilidades y a comprometernos—por temor a perder nuestra intimidad y a limitar nuestra libertad individual. Preferimos «relaciones de bolsillo» (aquellas que se mantienen en reserva y se usan según la conveniencia) que se mantienen con interacciones superficiales y se pueden terminar fácilmente con un simple “unfollow” relaciones temporales que no comprometan nuestra libertad ni nuestra individualidad.
Reflexión personal, mis padres primero tuvieron que emigrar primero uno y luego el otro estando varios años viéndose solo unos meses al año, es verdad que me tenían a mi como lazo de unión fuerte, pero me parece irónico que las parejas a distancia de hoy en día sea mucho más fuerte de mantener que en antaño a pesar todas las facilidades de la conexión que la modernidad nos ofrece (mis padres se tenían que ir a una cabina telefónica para hablarse y verse). Claramente el problema actual de la sobre comunicación no es que podamos hablar más, es que nos dan también conexiones a personas que antes no se podían tener.
Sin embargo, el deseo profundo de conexión y amor en las personas no desaparece. El miedo y la inseguridad en las relaciones generan ansiedad por varias causas:
- Una relación en la que la comunicación sobre el futuro es ambigua puede llevar a temer que se termine en cualquier momento.
- La constante exposición en redes sociales fomenta comparaciones y celos, generando presión para estar a la altura de las opciones que el otro individuo podría tener.
- La cultura de la gratificación instantánea puede hacer que alguien sienta que debe “ganarse” constantemente el afecto de su pareja.
En la modernidad líquida, las relaciones han eliminado el núcleo de una fuente de seguridad y apoyo a convertirse en algo que debe ser continuamente renegociado y evaluado. La pregunta constante es: “¿Me sigue siendo útil esta relación o es un lastre? ¿Está a la altura mi relación actual con las demás opciones que ‘aparentemente’ tengo disponibles?”
Individualismo por bandera.
La modernidad líquida promueve un alto grado de individualismo, exaltando la autonomía personal. Compartir cuentas bancarias y responsabilidades financieras con una pareja puede limitar la capacidad de una persona para tomar decisiones económicas independientes. Decidir mudarse puede restringir la libertad de elegir dónde vivir y cómo desarrollar la carrera profesional. El tiempo dedicado a una relación puede reducir la libertad para tus pasatiempos individuales o compromisos personales, entre otros.
Este énfasis en el bienestar personal por encima del compromiso con los demás hace que la formación de relaciones profundas y estables sea más difícil, ya que las personas tienden a concentrarse en sus propios intereses. Además, tienden a mantener una cierta distancia para protegerse emocionalmente; creando perfiles cuidadosamente hechos en redes sociales y evitan compartir detalles íntimos o vulnerables y así mantener posibilidades abiertas, a menudo, son reacias a ofrecer apoyo emocional y recurren al humor o la ironía para desviar conversaciones profundas o emotivas.
Con la proliferación de las redes sociales y las tecnologías de comunicación, estamos más conectados que nunca. Sin embargo, estas conexiones suelen ser superficiales. La profundidad y la autenticidad en las relaciones solo se alcanzan en interacciones cara a cara.
Reflexión propia sobre lo que nos ha tocado vivir respecto al amor, lo que hay es una crisis de confianza, uno no sabe si la relación a la que le pone tanto empezó puede salir bien o mal, tantos modelos a seguir en las redes sociales que rompen sus relaciones de la forma más inmorales (cuernos, parejas más jóvenes…), nos dan la idea de estar realizando una batalla perdida de antemano. Además, la idea inculcada de cuando eres joven dale a todo, no entres en relaciones aún, idea inculcada por personas que se comprometieron jóvenes y sin saber las repercusiones negativas que la falta de compromiso y el exceso de sexo vacio puede tener. Como, por ejemplo:
Dificultad para Formar Vínculos Emocionales Profundos: Hombres que han pasado mucho tiempo evitando compromisos serios pueden encontrar difícil establecer una conexión emocional profunda cuando finalmente desean una relación seria. La superficialidad de las relaciones pasadas puede hacer que les cueste abrirse y confiar plenamente en una pareja. La falta de relaciones emocionales profundas y significativas puede contribuir a sentimientos de depresión y desesperan
Sentimientos de Vacío y Soledad: El exceso de relaciones sexuales casuales sin un componente emocional puede llevar a sentimientos de vacío y soledad. Aunque haya una gratificación temporal, la falta de intimidad y conexión emocional puede dejar una sensación de insatisfacción a largo plazo.
Baja Autoestima, Autovaloración y Autoimagen: Algunos hombres pueden empezar a sentir que su valor está únicamente en su capacidad para atraer parejas sexuales, lo que puede afectar negativamente su autoestima y autovaloración
Falsa sensación de poder conseguir pareja cuando uno lo decida: Poder conseguir relaciones sexuales fácilmente porque tú atractivo físico es grande, no significa que el momento que quieras ir a por alguien enserio va a funcionar. Es más esas personas al tener un ego más fuerte además de una ventana de relaciones sexuales puntuales muy tentadoras. Es decir, ser feo te obliga a aceptar que tú físico no tiene sexo fácil y debes luchar por tu relación más que otra persona muy buena que en su cabeza puede dar rienda suelta a sus fantasías con otras.
Ansiedad y Estrés Relacional: Por las razones mencionadas a lo largo del artículo.
Infelicidad: Empezar constantemente proyectos como menciono en el artículo de los hábitos tiene un efecto dopaminergico enorme, pero la disciplina y fuerza que requiere llevar a cabo una cosa de principio a fin es la que genera serotonina y una sensación de felicidad a largo plazo. Empezar constantemente y no acabar nada dejar muchas cosas inacabadas (sabiendo que es tu culpa o por lo menos pensando eso) genera infelicidad.
Imposibilidad de formar una familia, el tiempo pasa volando, y no es lo mismo querer formar una familia a los 33-37 con una pareja q llevas 2 años q con una q llevas 8. Si alargas hasta edades biológicamente tardías para la reproducción y deseas tener familia, el tictac, estrés ante quedarse fuera o de que la relación no de frutos es brutal.
Falta de conocimiento (experiencia) ante la situación de vivir en pareja que relaciones pasadas te hayan podido dar.
Qué haría yo en el mundo que nos ha tocado vivir a mí yo de 18 años: aceptar que no depende de uno mismo querer tener novia ni tampoco estar de pica flor. Nunca sabes cuando se te va a poner en el camino una persona que de verdad merezca la pena dedicarle tiempo. Y la mentalidad de hasta los 29 no me voy a comprometer con nadie (en busca de la mejor opción posible y a vista de tu posible deterioro de aspecto pasada la veintena) nunca sabes que maravillas de personas puedes dejar de lado por culpa de esa mentalidad.
REDACTADO POR DARIUS BUSE EL 1 DE AGOSTO DE 2024