Séneca: los que malgastan la vida en mil actividades ajenas a la filosofía desconocen el valor del tiempo. El pasado no lo controlan y el presente se les va de las manos. Y tienen pánico al futuro. Nuestra vida es larga si se aprovecha bien, pero cuando se dilapida en lujo y apatía, y no se dedica a nada bueno (refiere a gastar el tiempo y los recursos en placeres y ostentaciones superficiales que no contribuyen al desarrollo personal ni al bien común como, por ejemplo el consumo excesivo de bienes materiales, vida de excesos; fiestas, eventos sociales, viajes costosos que no contribuyen al crecimiento personal…), al final, cuando llega nuestro último trance, nos damos cuenta de que la vida se ha pasado sin que hayamos entendido que corría. No es que recibamos una vida corta, sino que nosotros mismos la hacemos corta (distraen con cosas triviales y lujosas, o se obsesionan con el futuro, en lugar de aprovechar el tiempo presente para vivir de manera plena). No somos indigentes de vida, somos derrochadores. El dinero y el tiempo, en buenas manos, se aprovechan bien. Tienes menos tiempo del que calculas (igual que cuando eras pequeño y pensabas que si ganabas 1500€ al mes, en dos meses tendrías 3000€. Siempre pensamos que tenemos 80 años de disfrute, pero cada día es un regalo. El mañana nunca se sabe si llegará. Y es que, hasta los 15 años, o incluso más tarde, no tienes la consciencia desarrollada.
A las 25 llegas a tu «prime» como ser humano, en lo hormonal e intelectual (y esto no significa que no puedas estar mejor a los 35 que a los 25, pero si lo hubieras hecho todo perfecto, tu yo de 25 años tendría mejores capacidades físicas que tu yo de 35). Luego todo se mantiene y empieza a bajar año tras año, hasta llegar a la vejez, donde somos personas, pero dependientes. Y de cada día útil hay que quitarle un tercio porque lo pasamos durmiendo, otro porque trabajamos y nos llenamos de compromisos). «Luego ya me dedicaré al ocio cuando me jubile», ¿y qué? ¿Tienes garantías de que tu vida será tan larga? ¿De qué vas a empezar a vivir justo cuando ya es momento de parar? Y todo esto suponiendo que tienes la suerte de no tener personas dependientes de ti a tu cargo como niños o padres/familiares enfermos… que pueden estar hasta décadas necesitando tu apoyo.
Lo tememos todo como mortales porque deseamos como inmortales. Un hombre obsesionado no puede desempeñar ningún oficio ni hablar con elocuencia, porque su espíritu distraído no retiene nada, lo vomita todo, como si se lo hubiera tragado a la fuerza. Nada es menos propio de un hombre obsesionado que vivir. A vivir se aprende durante toda la vida, y quizá lo más extraño es que durante toda la vida también hay que aprender a morir. Para enfrentarla con dignidad, uno debe:
- Aceptar la Muerte como Parte de la Vida: Comprender que la muerte es natural y que forma parte de la existencia humana puede ayudar a reducir el miedo y la ansiedad asociados con ella. Séneca enfatiza que el temor a la muerte a menudo proviene de no estar preparado para ella.
- Vivir con Virtud: La mejor preparación para la muerte es vivir una vida de acuerdo con principios virtuosos. Si uno vive de manera justa, honesta y coherente con sus valores, la muerte se enfrenta con menos arrepentimiento.
- Reflexionar Regularmente sobre la Muerte: Séneca recomienda la práctica de la reflexión sobre la muerte para mantener una perspectiva adecuada sobre la vida. Este ejercicio ayuda a valorar más el tiempo presente y a priorizar lo que realmente importa.
- Mantener la Serenidad: En el momento de la muerte, la calma y la aceptación son cruciales. La preparación mental para la muerte puede permitir una transición más serena, sin miedo ni angustia.
Es propio de un hombre eminente, que está por encima de los errores humanos, no dejar que le roben ni un segundo de su tiempo. Todos los que te reclaman para ellos te roban a ti mismo. La mayoría acelera su vida con ansias por el futuro (idealizado en su cabeza) y por el hastío del presente. En cambio, el que organiza sus días como si fueran el último, no ansía el mañana ni lo teme.
Nadie valora el tiempo, lo gastan sin restricciones, como si fuera gratis, como si no dieran nada. Juegan con lo más valioso de todas las cosas. Es que los engaña, porque es inmaterial, no salta a la vista, y por eso lo tratan como si valiera nada. Es fácil administrar lo que es fijo, aunque sea escaso. Hay que cuidar con más esmero lo que no sabemos cuánto falta. La vida sigue su curso, no se detiene, no hace ruido ni advertencias sobre su velocidad, se desliza en silencio.
Organizas planes para un futuro lejano, pero la mayor pérdida es la dilatación: eliminas el día actual, te roban el presente mientras te prometen el futuro. El mayor obstáculo para vivir es la espera por el mañana, desperdicias el día de hoy. Reflexión Propia: El que no llega a fin de mes, pierde semanas deseando que llegue el día de la paga.
Dispones de lo que está en manos de la suerte (el futuro), y desechas lo que ya está en las tuyas (el ahora). Los mejores días de la vida se escapan primero (será que se refiere a los mejores años de tu vida productiva, trabajando como esclavo para otros, con el fin de conseguir sueños impuestos por otros, pero que piensas que son tuyos), mostrando que la vida de los atareados es la más corta.
Los vicios no hay que pellizcarlos, hay que triturarlos (en el contexto de la filosofía estoica, «vicios» se entiende como cualidades o comportamientos que desvían a las personas de la virtud y el buen vivir, como la avaricia, la ira, la lujuria, la envidia, la pereza). La vida se divide en tres etapas: la que ha sido, la que es, y la que va a ser. La que estamos viviendo es breve, la que vamos a vivir es incierta, y la que ya hemos vivido es segura, esa ya no depende de la suerte. La pierden los atareados, porque no tienen tiempo ni de mirar al pasado, y si lo hacen, el recuerdo les resulta desagradable porque se arrepienten. Nadie, salvo el que ha hecho todo según su propio criterio, se remonta al pasado con gusto.
El presente es tan corto que a algunos les parece inexistente, siempre está en marcha, fluye y desaparece antes de llegar. Es como los astros, que siempre se mueven y nunca están en el mismo sitio. Ya ancianos y decrépitos, algunos mendigan unos pocos años más de vida, fingen tener menos edad y se mienten a sí mismos tan tranquilos. Por eso, cuando llega el día final, el sabio no vacila en ir a la muerte con paso firme.
Los romanos están obsesionados con aprender cosas innecesarias (Séneca critica la tendencia de los romanos de su tiempo a dedicarse a estudios y conocimientos que considera superficiales. Defendía la importancia de la sabiduría práctica y el autoconocimiento, y creía que el verdadero valor del conocimiento radica en su capacidad para mejorar la vida y la conducta de una persona, no solo en su acumulación por el simple hecho de saber más). Pero el buen conocimiento de los otros que ha vivido antes te da más tiempo y de mejor calidad. Es el legado de los gigantes: aprender de ellos sin adulación, sin ofender. No elegimos la suerte de qué padres nos tocaron, pero ¿podemos renacer para nosotros mismos, a nuestro albedrío? Es decir, aunque no podemos cambiar el contexto en el que empezamos nuestra vida, tenemos la capacidad de moldear nuestro propio destino y carácter a lo largo de nuestra vida. La idea es que, a pesar de las limitaciones iniciales, tenemos el poder de tomar decisiones y acciones que nos permitan crecer, aprender y mejorar, construyendo así nuestra propia identidad y vida de acuerdo a nuestras elecciones y esfuerzos.
La mayoría de los bienes son inquietos, y en ninguna cosa se confía menos que en la fortuna. Para preservar la prosperidad hace falta aún más prosperidad, y hay que hacer votos hasta por lo que ya salió bien. Se refiere a que la prosperidad requiere una continua acumulación de recursos y esfuerzo. En otras palabras, no basta con tener éxito una sola vez; para asegurarse de que el éxito se mantenga y se fortalezca, es necesario seguir esforzándose y gestionando activamente esos recursos. «Hacer votos hasta por lo que ya salió bien» sugiere que incluso cuando algo va bien, es importante seguir dedicando atención y cuidado para preservar ese éxito.
Todo lo que toca la suerte es inestable, y cuanto más alto se sube, más expuesto se está a la caída. Nadie se alegra de lo que va a perder. Es lógico que sea una vida infeliz y cortísima la de los que se afanan por conseguir cosas con gran esfuerzo, solo para perderlas con aún más trabajo. Laboriosamente consiguen lo que tienen, angustiosamente lo conservan, y nunca se dan cuenta de que el tiempo, ese tiempo que nunca más van a tener, se les escapa.
Nuevas ocupaciones sustituyen a las antiguas, la esperanza despierta más esperanza, la ambición más ambición, y no se busca el fin de los problemas, solo se cambian los motivos. Mientras tu sangre está caliente y estás en la plenitud de tus fuerzas, encamínate a cosas mejores. Si te guardas en este tipo de vida, obtendrás buenos conocimientos, el apego a las virtudes, el olvido de las pasiones, y aprenderás tanto a vivir como a morir, con un profundo sentido de la vida. En cristiano; Al enfocarnos en «cosas mejores,» como el desarrollo de conocimientos, el apego a las virtudes, y el olvido de las pasiones triviales, podemos aprender a vivir y a morir con un sentido más profundo de la vida. Es decir, debemos aprovechar el tiempo y nuestras capacidades para cultivar una vida significativa, en lugar de simplemente continuar en una carrera sin fin de ocupaciones y deseos.
Mucho más lamentables son los que ni siquiera se afanan en sus tareas, que duermen conforme a los sueños de otros, que caminan al paso de otros. Incluso en las cosas más libres, como amar u odiar, se ven obligados. Si quieren saber hasta qué punto es corta su vida, que piensen en qué proporción es verdaderamente suya. A algunos, la vida los abandona antes de alcanzar la cima de sus ambiciones. Viven sin provecho, sin placer, sin ningún progreso del espíritu. Nadie tiene presente la muerte, nadie deja de hacer planes a largo plazo, algunos hasta planean lo que vendrá después de la muerte, como grandes mausoleos.
Mi critica a los estoicos; Esta hasta en la sopa la mentalidad estoica en el área del mejoramiento personal y a mi parecer está muy bien ver que nos puede aportar esta mentalidad a nuestra vida diaria, pero no hay que olvidar que es una filosofía de vida de hace más de 2000 años, que los tiempos cambian y las personas y desafíos también. Que hoy en día vivimos en la sociedad de empresas y estados manipuladores de masas para sus intereses que tienen a los mejores psicólogos y arquitectos de decisiones (la manipulación solo se consigue, sí uno no se entera, todos estamos siendo manipulados a cada rato). Hay tantas cosas en las que uno no puede tener el control… Y añadir un dato importante Séneca, nacido en una familia acomodada de la provincia Bética (la actual Andalucía) del Imperio Romano (imperio que tenía los conocimientos para fabricar la máquina de vapor, pero como la mano esclava era la base productiva del imperio, se negaron a desarrollarla). Y para mi es un dato importante porque alguien que tiene la suerte de poder dedicar tiempo a aprender gracias a tantos factores externos lo último que tiene es libre albedrio de decir que es el decide el destino de su vida. Me gusta en líneas generales el mensaje que trasmite, pero uno debe ser crítico con todo y cuestionarse todo.
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